¿Qué opinan de Santiago del Estero? “No es muy distinto a lo que conocemos de nuestro país?”, responde el grupo de guatemaltecos consultados por LA GACETA. Se trata de una docena de entusiastas fanáticos del fútbol, agrupados a un par de cuadras del estadio “Madre de Ciudades”. Pocos minutos más tarde su selección enfrentaba a Nueva Zelanda, por la primera fecha del Mundial Sub-20. Son alrededor de 500 los guatemaltecos que llegaron a nuestro país, portando un fervor que no alcanzó para contagiar a sus jugadores: perdieron los tres partidos y quedaron eliminados.
Los hinchas centroamericanos se sintieron reyes por obra y gracia de los dólares que poblaban sus billeteras. Así como de países vecinos a diario cruzan la frontera para abastecerse de productos, favorecidos por el cambio, los guatemaltecos descubrieron, apenas pisaron la Argentina, el altísimo poder adquisitivo del que gozaban. Así fue que muchos rearmaron los itinerarios para conocer Córdoba o las cataratas del Iguazú, destinos que no tenían agendados de movida. “¿Y Tucumán?”, se les preguntó. “Nos dijeron que es lindo... Pero no tenemos tiempo”, explicaron. “Pero está a menos de 200 kilómetros”, fue el retruque. Y hasta ahí llegó el intercambio.
Esta pequeña historia advierte acerca de los beneficios que proporciona pertenecer al mapa de la infraestructura deportiva. Es un tema abordado de forma recurrente por LA GACETA, tanto en editoriales como en entrevistas y notas de investigación. Pero no por reiterado deja de ser importante; también reabre la discusión acerca de la conveniencia de invertir en -por ejemplo- estadios cuando los tiempos de crisis recomiendan atender necesidades mucho más urgentes.
Mientras Argentina enfrentaba a Uzbekistán en la capital santiagueña, por el Mundial juvenil, en Las Termas de Río Hondo se disputaba una fecha del Turismo Carretera, la categoría más convocante del automovilismo nacional. Entre las dos ciudades quedó tendido una suerte de puente deportivo; un ir y venir de turistas que aprovecharon la oportunidad de asistir, en el mismo fin de semana, a dos espectáculos de primerísimo nivel. De paso, comprobaron que la autopista Santiago-Las Termas es una realidad. La traza está prácticamente terminada, quedará luego la etapa de asfaltar y el acabado fino. Puede que el año próximo ya pueda transitarse algún tramo.
Todo esto es ajeno a la realidad tucumana, tan lejano que no parecen unas pocas decenas de kilómetros las que nos separan, sino miles. Se trata, claro está de decisiones políticas, de visiones, de planificación, de objetivos. Durante el último cuarto de siglo Tucumán contó con numerosas oportunidades de subirse a este tren, especialmente cuando había financiación nacional para la construcción de infraestructura deportiva. Formosa, Chaco, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Catamarca figuran entre las provincias que le sacaron provecho a ese flujo de fondos.
El debate siempre es el mismo: ¿conviene destinar dinero a una cancha de fútbol (o un estadio cubierto, o un autódromo) cuando el 60% de los niños vive en la pobreza? ¿Es viable avanzar con el centro de alto rendimiento en Tafí del Valle o con el promocionado estadio en Lules cuando la mayoría de los clubes, base del tejido social, están cayéndose a pedazos? ¿Cuáles deben ser las prioridades? Por supuesto, lo ideal es avanzar en las dos direcciones. Buscar los recursos y la creatividad para afrontar el frente macro y el del día a día. ¿Se puede? No es un tema en el que abunden los discursos de los candidatos, cuando en cuestión de horas iremos a las urnas. Están a tiempo de pronunciarse al respecto.